MARCO POLO. El Libro de la India

Año de composición: 2013

Obra encargada por CIM La Armónica de Buñol (España)
 

Duración: 30′ aprox
Dificultad: 6
Instrumentación: Banda Sinfónica
(Ver detalles)

Movimientos
I. Cocochin
II. La Huella Sagrada
III. Raga Gujari Todi
IV. Venecia, 1295

 

Estreno
16 de Agosto de 2013. Concierto Mano a Mano. Buñol – España
Banda Sinfónica CIM La Armónica de Buñol
Frank De Vuyst, director

 

COMPRAR PARTITURA A3

Material completo sólo en alquiler
(Para más información contacten con
Alarcon Music)

La obra constituye la tercera parte de una trilogía dedicada al fabuloso viaje que realizó el veneciano Marco Polo (1254-1324) a la corte de Kublai Khan, emperador de los mongoles, describiendo su regreso hasta Venecia durante los tres últimos años de los 24 años que duró esta magnífica aventura. Para ello el compositor se ha inspirado en la lectura, entre otros, del libro Los Viajes de Marco Polo que el propio Marco Polo dictó a Rustichelo, escritor de novelas de caballería, cuando ambos compartían prisión en Génova en 1298.

La obra está dividida en cuatro movimientos:

  1. Cocochin
  2. La huella sagrada
  3. Raga Gujari Todi
  4. Venecia, 1295

I. Cocochin

Cocochin, también conocida como Kököchin o Kokachin, era una princesa mongola cuya escolta encargó Kublai  a los Polo en su viaje a Persia para casarse con el sobrino de éste, Arghun. Esta sería la causa por la que Marco Polo abandonaría definitivamente la corte de Kublai Khan para regresar a Venecia después de 17 años, representado por el emotivo solo de Guanzi que abre el movimiento.  A continuación el movimiento describe la partida y marcha de la imponente flota. La música está sustentada sobre un ritmo balanceante ya aparecido en la primera parte de la obra dando así al conjunto un carácter cíclico. En su viaje se enfrentará a una tormenta sobre la mar provocada por los temibles Monzones, lo cual obligó a Marco Polo a estar detenido dos meses en la isla de Sumatra. La música se vuelve repentinamente agitada y frenética, técnicamente muy exigente para los ejecutantes. Tras un estruendoso golpe de tam-tam, la calma llega progresivamente, los truenos se alejan y la flota reemprende el viaje hasta su majestuosa entrada a la isla de Ceilán (Sri Lanka).

II. La Huella Sagrada

Cuando Marco Polo habla de  Sri Lanka, cuenta la historia de Buda, llamado en su libro Sergamoni Borchan. Este segundo movimiento describe la ascensión de los viajeros al Pico de Adán, una de las montañas más altas de Sri Lanka coronada por una roca de 2 metros con forma de pie atribuida según la tradición a Adán, Shiva o Buda. Una atmósfera contemplativa generada por la flauta en sol y la exposición del tema inicial por el oboe conducen a la siguiente sección, “Sergamoni Borchan”, precedida de un gran clímax. Durante la ascensión, se escucha el canto de unos monjes budistas entonando una oración fundamental en esta religión (Buddhābhivādanā, Homenaje a Buda) representados por un coro fuera del escenario. Una variación instrumental de esta melodía nos conduce a una majestuosa re-exposición en la que se combinan la melodía del primer tema con los elementos rítmicos extraídos de la intervención del coro. Todo ello conduce a un segundo gran clímax tras el cual retorna el ambiente inicial, con el solo de flauta en Sol de nuevo, esta vez combinado con una última intervención lejana del coro.

III. Raga Gujari Todi

El paso de Marco Polo por la India es representado por el autor mediante un modesto acercamiento a la música tradicional indostaní con la adaptación al medio instrumental de un pequeño raga. Al igual que los modos, un raga determina un conjunto de notas para la construcción melódica. Se caracterizan por poseer giros específicos cuya su interpretación puede estar vinculada a un estado de ánimo particular u hora del día. Lo  más significativo del raga Gujari es la ausencia de la nota Pa, quinta justa de la nota Sa y base del raga, apartándolo de la vinculación a la música tonal occidental. En el Ragamala, éste raga es habitualmente representado por una joven mujer sentada sobre una almohada de hojas tocando la vina y, desde el punto de vista anímico, parece representar el intolerable sufrimiento por la separación. Además, el intervalo del día en el que se interpreta (o al que representa) es antes del mediodía.

Para la ambientación el compositor recurre al trío característico indostaní compuesto por el sitar, la tampura y la tabla. La estructura es la tradicional en composiciones para sitar,  líder indiscutible de todo el proceso, y consta de las partes Alap (introducción), Gat (la propia composición) y Jhala (conclusión) 

IV. Venecia, 1295

Venecia, ciudad natal de Marco Polo fue el lugar donde finalizó su viaje en 1925. Tras un inicio paralelo a Génova 1298, el movimiento que abre la trilogía, se escucha un repique de cuatro campanas que marca el comienzo de “Il campanile”, nombre del campanario de la catedral de San Marco en Venecia y símbolo inconfundible de casi cualquier ciudad europea. Una brillante fanfarria de metales anuncia la llegada de Marco Polo, y una música festiva y alegre sobre ritmos frenéticos de saltarelo nos conduce a una primera y majestuosa presentación del tema de Marco Polo, clímax de esta sección inaugural. El final progresivo del repique de las campanas nos conduce a la segunda sección del movimiento, Dulce solum natalis patrie. El compositor recurre al uso de una conocida canción medieval del S XIII extraída del Codex Buranus, coetánea de marco Polo, representativa de la tradición modal europea y cuyo título hace referencia a la patria natal. La estructura ternaria de esta sección presenta primero el tema completo a cargo de trompas, bombardinos y tubas, después se desarrolla por diferentes timbres hasta una brillante re-exposición a cargo de las trompetas. Una breve transición nos conduce a un grandioso clímax en el que se emplea un material melódico que constituye el principio de Génova, 1298. Un súbito golpe de tam-tam rompe este falso final de la pieza para dar paso a una recreación del ambiente inicial de la obra esta vez bajo el título de “No conté ni la mitad de lo que vi”. Esta es la contestación que Marco Polo ofrecía a los incrédulos Venecianos que escuchaban el relato de su viaje, dudando de la veracidad de la historia. En este caso, sobre las sonoridades etéreas de las láminas y el piano, no es el oboe, sino los clarinetes al unísono los que entonan con nostalgia la melodía hasta una serena y plácida coda en la cual, y tras un última aparición del motivo de Marco Polo, un largo acorde de Fa Mayor cierra definitivamente la obra.