MARCO POLO. La Ruta de la Seda

Año de composición: 2006

Obra encargada por la Unión Musical Utielana


Duración:
24′ 30”

Dificultad: 6
Instrumentación: Banda Sinfónica 
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Movimientos
I. Génova, 1298

II. La Caravana de los Mercaderes
III. El Viejo de la Montaña
IV. Taklamakan
V. Llegada a Cambaluc

Estreno
Certamen Internacional de Bandas de Valencia. Sección de Honor

1 de Julio de 2006
Banda Sinfónica de la Unión Musical Utielana
Director: Frank De Vuyst

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La obra describe cinco episodios del fabuloso viaje que realizó el veneciano Marco Polo (1254-1324) a la corte de Kublai Khan, emperador de los mongoles, el más grande imperio que ha habido jamás sobre la Tierra. Para ello el compositor se ha inspirado en la lectura, entre otros, del libro Los Viajes de Marco Polo  que el propio mercader dictó a Rustichelo, escritor de novelas de caballería, cuando ambos compartían prisión en Génova en 1298. De la totalidad del viaje, que duró 24 años, la obra describe la primera parte del mismo, es decir, desde Venecia hasta la corte de Cambaluc (actual Pekín) en el que los viajeros invirtieron más de cuatro años.

Génova, 1298 representa el encuentro entre los dos personajes en la prisión de Génova. En la introducción, donde la música comienza fría y misteriosa, se presentan los dos motivos principales de la obra. Después de ésta, la música cambia súbitamente: Marco Polo encuentra a Rustichelo y puede sentirse reconfortado al poder contar a alguien su maravillosa historia y así huir de la pena que le produce estar prisionero.

La Caravana de los Mercaderes describe la parte del viaje correspondiente a los países del próximo Oriente. Para ambientar musicalmente este pasaje, el compositor ha recurrido al uso de algunos instrumentos de estas zonas, como el Duduk, el Tar o la Zurna. El movimiento se compone de dos partes: La primera es una Tamzara, una danza popular de Turquía y Armenia. En la segunda, subtitulada “ Contemplación del Monte Ararat ”, el duduk entona una expresiva melodía que representa el encuentro del mercader con el mítico monte donde la tradición cuenta que dejó Noé su arca.

El Viejo de la Montaña. Una de las más fantásticas historias que Marco Polo cuenta en su libro es la del Viejo de la Montaña. Aunque existen opiniones contradictorias acerca de esta figura histórica diremos que el Viejo de la Montaña era en realidad Hassán Sabbah quién desde su fortaleza de Alamut (una inexpugnable fortificación al sur del mar Caspio) atemorizaba y controlaba a los emires y sultanes del Oriente islámico. Uno de los aspectos más sorprendentes de esta secta, son los métodos de captación que utilizaba el Viejo de la Montaña : este hacía tomar hashish a sus adeptos que sentían trasladados a un paraíso terrenal. Bajo los efectos de esta droga los súbditos de Hassan eran enviados a cometer asesinatos selectivos. Algunos observan en la palabra Hashshâshin (bebedores de hashish) la raíz etimológica del vocablo asesino. Su gran eficacia les hizo ser un grupo verdaderamente temible.

El movimiento se divide en dos secciones: una que describe la majestuosa fortaleza de Alamut y una segunda que representa uno de los asesinatos de los súbditos de la orden. Entre ambas, una cadencia de cuencos tibetanos evoca el momento de la ingesta de los alucinógenos creando una atmósfera inquietante y a la vez sobrecogedora.

En Taklamakan la música se hace lánguida representando la marcha de los mercaderes a través de Taklamakan, un desierto de grandes dunas de arena situado en la parte más occidental de la actual China. A mitad de su marcha Marco Polo y los suyos observan el acercamiento progresivo (representado por las percusiones mediante un crescendo) de un ejército mongol. Tras este pasaje marcial los guerreros se alejan paulatinamente y los mercaderes prosiguen otra vez con su marcha lenta.

Llegada a Cambaluc. En la primera parte del movimiento “Pescadores en el Huan He” la música describe una escena plácida en el Huan He, el Río Amarillo, cercano a Pekín. En esta escena, el Hulusi despliega una melodía expresiva y fluida que representa la tranquilidad de los pescadores chinos en su trabajo. Esta tranquilidad se transforma en júbilo al observar que por fin, y tras cuatro años de marcha, la ciudad de Cambaluc se otea en el horizonte. Finalmente Marco Polo entra triunfalmente en las avenidas amplias y pavimentadas de la ciudad, peo también sobrecogido: el motivo es que en el cielo observa unos árboles de fuego que efectúan grandes explosiones y le dan así la bienvenida. No son otra cosa que fuegos artificiales, sólo una de tantas maravillas que el viajero veneciano descubrió en Oriente.

El compositor ha querido imaginar el viaje desde los propios ojos de aquellos que lo vivieron consiguiendo una obra de profundos contrastes y sonoridades coloristas conseguidas en gran medida por un acercamiento a la música popular de las regiones que atravesaron y al uso de los instrumentos propios de las mismas. En definitiva un auténtico viaje musical.